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domingo, 25 de julio de 2010

Arte...o algo.

Entró en una habitación que olía a pintura. Los cuadros se acumulaban en el suelo. Caminó al centro de la sala y observó de nuevo su obra maestra. La miró de frente y de perfil. La miró de arriba abajo y de abajo arriba. Incluso hizo el pino para ver qué tal se veía al revés (luego se dio cuenta de que simplemente podía haberle dado la vuelta al lienzo. Demasiado tarde). Se quedó quieto, siguió observando. La habitación se hacía más oscura mientras esperaba. ¿Pero a qué esperaba exactamente? El lo había hecho todo bien; el boceto, las mezclas, los colores, las sombras, el tiempo empleado, el dinero gastado. Era un trabajo bien hecho, pero al mirarlo inmediatamente sentías que faltaba algo. Que era una obra incompleta, como todas las de la sala, todas las que había hecho. Pero aquella se suponía que iba a ser diferente, aquella iba a ser su obra maestra. Aunque para ser su obra maestra no se diferenciaba mucho del resto.
Qué iluso. “Su obra maestra”. Pensó que al llamarla así tal vez le saliera mejor. Si añadiese algo… Pero no. No. No había nada que añadir. Nada que quitar. Nada que hacer.
Tenía hambre, salió de la habitación. El lienzo se quedó solo de nuevo, esperando un milagro.
Pero no iba a ocurrir. No era algo material lo que le faltaba a ese cuadro. Él no lo sabía, y tardaría mucho en darse cuenta, pero al pintar no ponía su alma, no se entregaba a su obra. Era eso lo que faltaba. Un trocito de su alma de artista en sus cuadros. Sólo eso, nada más. Él no lo sabía, pero con un pedazo de alma se consiguen maravillas. Puedes transformar un garabato en una obra maestra, en algo que fascine. Puedes convertir un par de líneas en dos obras maestras si al hacerlas dejas en ellas algo de ti, y lo guardas ahí para siempre. En un solo trazo puede haber tanto como tú quieras dejar en el. Y si lo haces bien, todo el que mire, lo verá. Porque tu alma eres tú, y no hay nada más bonito que algo tan inmenso. Pero él no lo hacía, no la usaba, nadie le había enseñado a hacerlo. Él no lo sabía, pero se había equivocado de arte.

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