Hablando de sonrisas :)

Se dedicaba a cosechar sonrisas.

De cualquier persona desconocida. Cualquier sonrisa, por pequeña que fuera le valía. Y no exagero al decir que probablemente él era la persona del mundo que más sonrisas había visto. Porque las iba buscando. Las provocaba. Te desafiaba a sonreír. Y ganaba.

Nunca tenía prisa, y siempre miraba a los ojos, y sonreía. Una sonrisa plena, franca. De esas que te llenan el alma, que te alegran el día. Te regala una sonrisa a cambio de otra. Es un buen trato, ¿verdad?

Decenas de personas le sonríen en un solo día. En una semana, casi miles.

¿Y como las consigue? Las consigue porque se arriesga. Se arriesga a que le tomen por loco, a que le miren raro. Pero nunca lo hacen.

Él espera a que un semáforo se ponga verde varias veces, y mira a la gente. Y sonríe. Y a cambio, muchas veces, le sonríen a él.

Se sienta en un banco, con un libro. Y al ver pasar un niño le saca la lengua. Y el niño sonríe y se la saca a él. Y el vuelve a sonreír, y le dice adiós con la mano.

Y así se pasa los días. Ése es su trabajo, y le gusta. Es un ladrón de sonrisas. Las roba cuando no te das cuenta. Te hace sonreír aunque no te apetezca. Aunque tengas un día malo, aunque te hayas pasado horas llorando. Le ves, y sonríes. Porque él es un profesional, y siempre lo consigue.

Si te guiña el ojo, sonríele. No tendrás mas remedio.

Nunca habrá suficientes sonrisas en el mundo. No tantas como para contrarrestar los lloros, los llantos, el desconsuelo.

Tendría que haber más ladrones de sonrisas.